viernes, 15 de marzo de 2013

Lagrimas perecederas

No se porque esta noche (mentira, si que lo se, es por darle misterio al asunto) me siento con muchas ganas de hablar sin decir nada. Siempre se ha dicho (y es una opinión que comparto) que cuando no tienes nada bueno que decir de algo, la mayoría de las veces es mejor no decir nada.

Ayer volvieron las lagrimas sin sentido a mis ojos después de ya unos cuantos meses y el caso es que todos los que me habéis leído un poco ya conocéis la causa. Pero en realidad es todo un poco más complicado así  que voy a empezar por el principio.

Hay un gusanillo en mi interior que no me deja tranquilo desde un tiempo a esta parte. Desde hace unos meses varios de mis amigos, conocidos o compañeros de trabajo hacen llegar a mis oídos la alegría de la natalidad. Hombres jóvenes como yo, felizmente casados con mujeres estupendas y compartiendo la maravillosa experiencia de traer a este mundo una nueva vida. Hace unos meses yo me veía pronto como están ellos ahora, y ese pensamiento era una de tantas cosas que por entonces me hacía feliz. De pronto la perspectiva de la paternidad se alejó de mi a la velocidad de la luz a una distancia tan lejana que no soy capaz de medir ni de expresar con palabras. La cuestión es que todo ese aluvión de nacimientos provocaba en mi interior lo que todos solemos llamar "una envidia sana".

A todo esto voy a sumar el "colmo de la natalidad". Ayer recibí un mensaje por whatsup de un antiguo compañero de instituto, amigo durante años, compañero después durante la carrera universitaria y una persona a la que llegué a apreciar bastante, pero lo que tiene la vida, que te separa y muchas veces no sabemos conservar las amistades, hacía ya más de un año que no sabía nada de este chico. Ironías de la vida, el día que me lo encontré, nochevieja, el iba a la estación de autobuses de Murcia a recoger a sus padres para la cena de nochevieja (serían las siete u ocho de la tarde), yo venía para recoger a mi novia e irnos juntos a mi pueblo para cenar con mi padre y mi hermano. El caso es que el mensaje era una foto de su hijo recien nacido .....

Ayer por la noche, todos estos recuerdos y emociones sobrecargaron mi mente y me llenaron de sentimientos. Me imagine a mi mismo culpando de mi ausencia de paternidad a mi forzada soltería y lo único que me vino a la mente es maldecir a la culpable y a los ojos, unas ganas inmensas de descargarlos, tantas que no los pude contener.

De nuevo lágrimas perdidas, lágrimas perecederas como reza el título, puesto que a estas alturas no solo no tienen ya razón de ser, sino que tampoco van a ninguna parte. Me veía hablando también en mi imaginación con la madre de mi ex diciéndole de su hija todas las cosas que creo que se merece y que nunca le diré a la interesada, más que por falta de ganas, por no manchar el recuerdo de todas las cosas maravillosas que vivimos juntos, más de lo que ya se ha manchado, y también porque creo que no sería yo mismo si alguna vez me viera en la tesitura de hablar así a la que una vez fue el centro de mi universo.

Yo la verdad es que esta manía de la paternidad no se si es un efecto colateral de mi forzada soltería, porque para ser sinceros ahora estoy mejor que quiero, aunque no puedo evitar tener estos pequeños bajones, en cierto modo normales en mi opinión por lo enamorado que he estado de esta mujer, estoy viviendo ahora como cuando tenía 20 años, entro y salgo como quiero, me pego cada fiesta del copón y no tengo ataduras más que la responsabilidad con mi padre y el hecho de tener que sacar entre mi hermano y yo una familia y dos casas para adelante.

Esta claro que llevo muchos meses demasiado sensible, si no no estoy seguro de que hubiera sido capaz de exteriorizar todas estas cosas con tantos y tantos escritos perturbadores que estoy dejando por aquí para descargar la tensión emocional.

En fin, ahora mismo creo que lo único que puedo hacer es vivir, es más, eso es lo que tengo que hacer. Vivir y simplemente dar la bienvenida con la mejor de mis sonrisas a esas LAGRIMAS PERECEDERAS si en algún momento vuelven por aquí.

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